
En la agricultura el factor de producción fundamental es la tierra o, más
específicamente, el suelo, que es en sí mismo un sistema de producción con
elementos vivos y que, utilizando energía y otros insumos, produce biomasa;
este proceso productivo se realiza regularmente con o sin intervención humana y
tiene, por lo tanto, una productividad propia independiente de aquella del
sistema económico; la productividad biológica, que puede ser primaria o
secundaria.
La productividad primaria se define como la tasa a la cual la energía
radiante es almacenada por la actividad fotosintética en forma de materia
orgánica, que puede ser utilizada como alimento en otros términos, es la tasa de conversión de energía radiante en energía
química y materia orgánica. Se suele distinguir entre productividad primaria
bruta y productividad primaria neta: la primera se refiere al total de la
actividad fotosintética, incluyendo aquella parte de energía radiante captada
pero usada en el proceso de respiración. La productividad primaria neta es la
tasa de energía realmente incorporada a los tejidos de la planta. La
productividad secundaria se refiere a la tasa de acumulación de energía en los
niveles de consumidores o niveles heterotróficos superiores y convertida en
diferentes tejidos.
Obviamente, las productividades biológicas y económicas, y por consiguiente
la relación entre ambas, no viene determinada exclusivamente por la variedad o
cultivo solamente, dependerá también de las condiciones físicas, biológicas,
químicas, y en general ambientales, en la cuales el cultivo crece, o por las
características de cada especie o variedad de especie en particular, ya que
cada especie tiene diferente capacidad fotosintética. Ciertas plantas conocidas
como C4 han desarrollado modificaciones biológicas y morfológicas
que reducen el impacto de la reacción del oxígeno responsable de la pérdida de
eficiencia fotosintética, aumentando la respiración. Entre ese tipo de plantas,
que pierden por lo tanto menos energía durante el proceso fotosintético, se
encuentran el maíz, el sorgo, la caña de azúcar y el mijo. Aquellas plantas que
no son capaces de suprimir la reacción oxigenasa se llaman plantas C3
y entre ellas se encuentran el trigo, la soya, el algodón, la remolacha, el
tabaco y el arroz, que son menos eficientes que las anteriores en la conversión
de energía solar. Además, se sabe que las plantas C4 usan en forma
más eficiente tanto nitrógeno como agua durante la fotosíntesis. De aquí se
deduce que se puede aumentar la eficiencia en el uso del agua por el simple
expediente de usar más plantas del tipo C4 en ambientes cálidos de
regiones áridas o semiáridas.
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